EL OÍDO EXTERNO: ¿QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE?

Seguramente te has preguntado alguna vez por qué las orejas tienen la forma que tienen. Parecen dos antenas parabólicas a lado y lado de nuestra cabeza con formas y tamaños diferentes en cada persona, e incluso encontramos a quien es capaz de moverlas sin tocarlas. Estas son algunas curiosidades que encuentran su explicación cuando nos paramos a investigar el funcionamiento de esta parte tan concreta de nuestro organismo.

¿Qué es el oído externo?

El oído externo forma parte de un mecanismo perfectamente estructurado que nos proporciona el don de la audición.

Como bien dice su nombre, representa la parte más externa del oído y aunque por su estructura podamos pensar que es la parte menos compleja del oído, hay una gran cantidad de elementos que lo conforman y le dan sentido.

Estudiándolo desde afuera hacia adentro, nos encontramos primero con el pabellón auditivo (también conocido como aurícula) y a continuación con el conducto auditivo externo.

Su principal función es la de actuar como una antena en la que cada una de sus partes juegan un papel bien definido: el pabellón auditivo difracta las ondas y el conducto auditivo externo y la concha hacen de resonador.

Pabellón auditivo

El pabellón auditivo, también conocido como pinna, está a un ángulo de aproximadamente 30 grados de la cabeza. En su mayor parte se trata de cartílago cubierto de piel. A nivel anatómico diferenciamos las siguientes partes:

  • Helix: es el borde externo del pabellón auricular. Su extremo inferior acaba en un tejido blando que todos conocemos como lóbulo.
  • Antihelix: es la corbatura que se encuentra paralela al hélix
  • Concha auricular: se encuentra en el centro del pabellón auricular. Es una fosa contigua al conducto auditivo externo y está cubierta por un proceso cartilaginoso triangular conocido como trago. Justo opuesto al trago encontramos el antitrago.

Todos los músculos del oído externo están asociados con el pabellón auricular y son inervados por las ramas posteriores del nervio facial.

Se dividen en dos grupos:

  • Intrínsecos: definen la forma del pabellón auricular. Encontramos el músculo mayor del hélix, músculo menor del hélix, trago, músculo piramidal de la oreja, músculo del antitrago, músculo transverso de la oreja y músculo oblicuo de la oreja.
  • Extrínsecos: definen la posición del pabellón auricular. Encontramos el músculo auricular interior (movimiento del pabellón auricular en dirección anterior), músculo auricular superior (movimiento del pabellón auricular en dirección superior) y músculo auricular posterior (movimiento del pabellón auricular en dirección posterior). Estos músculos son los que nos permitían mover las orejas hacia un lado u otro, tal y como son capaces de hacer los animales en la actualidad en respuesta a un ruido. Son un remanente de etapas anteriores de la humanidad.

Tal y como hemos comentado antes, la principal función del pabellón auditivo es la de captar/recoger el sonido. Así mismo, juega un papel muy importante en la localización de los sonidos.

Conducto auditivo externo/canal auditivo

Esta parte del oído externo es la encargada de dirigir el sonido al tímpano. Al contrario de lo que podríamos pensar, no se trata de un conducto recto, sino que tiene dos curvas, dándole la forma de una S.

La parte exterior está formada por cartílago cubierto de piel y cuenta con vello y con glándulas.

Las glándulas son las que producen el cerumen cuya principal función es la de mantener la humedad natural del conducto y ayudar a expulsar las escamas de piel muerta fuera del conducto. Además, va a proteger al tímpano y al oído medio de la entrada de cuerpos extraños.

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La parte interior del conducto va desde la segunda curva al tímpano. Esta parte es dura y está formada por hueso. La recubre una capa de piel muy delgada lo que la hace más sensible al tacto.

Una de las características principales del conducto auditivo es que es móvil, es decir, tanto al masticar como con cualquier movimiento que realizamos con las mandíbulas, nuestro canal se va a mover generando cambios en su forma.

Como hemos comentado al principio, la principal función del conducto auditivo es la de hacer de resonador, pero ¿qué quiere decir esto?

La resonancia del conducto auditivo

Si nos fijamos en la forma del canal auditivo, vemos que es alargado y está cerrado en uno de sus extremos (el interior), y es debido a esto que se amplifican las frecuencias con una longitud de onda correspondiente a cuatro veces la longitud del canal auditivo. La amplificación de la resonancia es de aproximadamente 10 a 15 decibeles y la frecuencia media de resonancia en un adulto es de aprox. 2,8 kHz.

Nos encontramos con que el volumen del canal auditivo irá variando con la edad y como consecuencia de esto, también variarán sus características acústicas.

Papel del oído externo en la localización del sonido

La suma de las funciones del pabellón auricular y el conducto auditivo, así como su posición en la cabeza, nos permiten localizar las diferentes fuentes sonoras de nuestro entorno. El cerebro utiliza diferencias sutiles en intensidad, espectro y tiempo de una señal para permitirnos localizar las fuentes sonoras.

Podemos describir la localización en tres dimensiones:

  • Ángulo azimut u horizontal: marcado por la diferencia de tiempo de llegada entre las orejas.
  • La elevación o ángulo vertical
  • La distancia (para sonidos estáticos) o velocidad (para sonidos en movimiento)

En definitiva, la oreja es como una pantalla acústica que localiza, captura y orienta las ondas del sonido. Tener dos de ellas ubicadas a los lados de la cabeza es lo que nos permite localizar las ondas en plano horizontal, y su forma en repliegues nos permite localizarlas en el plano vertical.

El oído externo, tanto su forma como su ubicación, es un punto clave que permite que el sonido que nos rodea llegue a nuestro cerebro para interpretarlo y localizarlo. Un proceso que para nosotros es natural y sencillo, pero que, si nos paramos a ver paso por paso todo el proceso, nos damos cuenta de cuan complejo es.